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lunes, 2 de septiembre de 2013

Divina tú eres, entre todas las mujeres

MARY PURPLE / MADRID/ ABRIL 2013


Natalia Lafourcade (Veracruz, México, 29 años) tiene el entusiasmo en los ojos y la veteranía en la voz. Con cuatro discos a sus espaldas, ha decidido darse el gustazo de cantar las composiciones del maestro mexicano Agustín Lara en Mujer divina. El amor, en todas sus variantes, es el hilo conductor de un disco protagonizado por duetos con algunos de los artistas masculinos más importantes de Latinoamérica. Vicentico, Meme (Café Tacvba), Devendra Banhart o Jorge Drexler son algunos de los hombres que junto a Natalia materializan los idilios vocales del álbum. Volver a los clásicos es una manera de inspirarse y de reciclarse entre la modernidad del sonido actual y el ejercicio de reinvención de los artistas en cada nuevo disco. La profundidad de las letras de Lara son, como comenta la propia Natalia, pinturas y escenas a cámara lenta que permiten apreciar cada uno de los detalles que forman las relaciones personales. Este método de trabajo basado en echar la vista atrás proporciona una perspectiva, con respecto al presente, en la que podemos darnos cuenta que ahora todo pasa mucho más deprisa. Enamorarse y desenamorarse es un juego instantáneo que ha hecho diluir la importancia que tienen cada una de las sensaciones y sentimientos experimentados en el cortejo y la conquista. Para Lafourcade, este disco ha sido especial porque rompió con su pareja; circunstancia que le condujo a realizar un ejercicio de introspección para conocer mejor al género femenino y por extensión, a sí misma: “Comprendí la belleza de la mujer. Cuando te respetas y te asumes descubres cosas muy lindas. Hay que dejar de ser la enemiga de una misma. La ruptura me ha ayudado a conectarme con las emociones y a percibir la sensibilidad del proyecto. Las canciones no son sencillas, pero son hermosas. Necesitaba abrir la ventana hacia la obra de Agustín para cantarle al amor de manera intensa”. En el arte del disco y en la estética de la propia Natalia, se aprecia un gusto por lo vintage que va desde la década de los veinte a la de los setenta. Quizá, es una manera de recordar que cualquier tiempo pasado fue mejor porque ahora vivimos de una manera muy distinta; añorando el amor de entonces, deseando una historia romántica, evocando una estética añeja.
La intensidad de la música de Agustín Lara y su próxima entrada en la treintena, tienen a Lafourcade exaltada, como ella misma reconoce. No es una señora, pero tampoco una joven y aún menos una niña. Una de las singularidades del mujeriego compositor mexicano es la delicadeza con la que retrata a las féminas. Lafourcade cuenta que, en México, las abuelas se derriten por Agustín Lara y se les ilumina la cara cada vez que escuchan alguna de sus canciones: “Agustín se comunicaba y se conectaba con las mujeres a pesar de ser un Don Juan. Sabía cómo tratarlas, cómo hablarlas y cómo hacerles sentir bellas, femeninas, hermosas; al fin y al cabo, mujeres”.
Como en todo proyecto en el que se agolpan grandes éxitos, ha habido canciones que se han quedado fuera del repertorio. Es el caso de Arráncame la vidaRosa y Humo en los ojos que quizá puedan incluirse en un dvd en directo con la colaboración de otros artistas de los que todavía no ha desvelado el nombre.
Mujer divina ha sido disco de platino en México, un hecho que la sumerge en felicidad: “Doy las gracias a todo el mundo que compró el disco. Me ha hecho darme cuenta que valió la pena todo este esfuerzo. No sabía si iba a funcionar porque era un disco raro para mí. Cuando uno tiene ganas de hacer cosas, las tiene que hacer. No importa si funciona o no funciona, uno las tiene que hacer. Porque en el porceso de hacerlas, se aprenden muchísimas cosas”.
Para desconectar de la vorágine que es la música, Natalia se refugia en la lectura de libros de autoayuda e historias desgarradoras y conmovedoras. Títulos como El poder del ahora, de Eckhart Tolle; Violeta se fue a los cielos, de Ángel Parra y  Una madre mutilada, de Esther Hernández Palacios ocupan su tiempo fuera de los escenarios. Este último título, narra la historia de la muerte de una amiga de Lafourcade que murió por error a causa de la inseguridad de México. Cuando se le pregunta por este tema se expresa con la ilusión de una jóven que aboga por el cambio positivo, y asume la crudeza de vivir entre la inseguridad y el miedo: “Ahorita México está raro porque cambiamos de presidente. También hay mucha polémica con el movimiento estudiantil Yo soy 132. Hay mucho movimiento de jóvenes como nosotros, gente haciendo cosas padres. Ahora mismo, hay una exposición de armas reconvertidas en instrumentos musicales que es como hacer un cambio energético muy lindo”. Ha participado activamente en las marchas estudiantiles con la canción Un derecho de nacimiento y duda de si levantar la voz para reivindicar un México pacífico: “Es muy triste ver cómo existe la parte de lucha y la parte negativa. La gente está con buena onda para el cambio y de repente llegan los de siempre y lo boicotean. Para mí, la solución es no perder la causa de lo que uno está haciendo y de lo que le impulsa. Hay que ser conscientes de que lo que hacemos para evolucionar, puede inspirar a otras personas. Eso es lo que me da gusto, ver a la gente con la pila puesta para hacer cosas. Es abismal la diferencia de cinco o seis años atrás porque ahora la gente tiene arte, se expresa”.
Natalia Lafourcade está estos días en Madrid preparando el que será su show del día 30 de abril en la sala Copérnico. Será un concierto con invitados entre los que se encuentran Tulsa, David T. Ginzo (Tuya), La Shica o Depedro. Si aún no conoces la obra de Agustín Lara, será un buen momento para que vivas la magia de sus canciones. Pero sin lugar a dudas, la cita es imprescindible si hace mucho que no te emocionas viendo en directo a una cantante divina.


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