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jueves, 29 de enero de 2015

Chanel: juvenil, aburrido y floreado

  • La casa francesa hace guiños a la moda adolescente y se olvida de sorprender en su nueva colección de alta costura


El desfile de Chanel durante la segunda jornada de la semana de la alta costura de París- ha resultado juvenil, aburrido y floreado. La casa francesa, capitaneada por Karl Lagerfeld, ha ofrecido una colección con guiños al la moda adolescente pero se ha olvidado de sorprender.  El desfile, que tuvo lugar en el Grand Palais de París, se ambientó como si fuera un jardín botánico de papel blanco.
La papiroflexia, en todo su esplendor, cobró vida tras el riego que un joven campesino se encargó de hacer. Cuando el joven terminó, el jardín comenzó a moverse al ritmo de la música; brotaron colores de las flores y los árboles que salpicaron la escenografía. La primavera había llegado y el desfile dio comienzo.

El primer look que salió a la pasarela fue un conjunto de minifalda y chaqueta sin botones, de manga acampanada. Completaban el modelo unas botas skinny de media caña, ante negro, tacón bajo (comunes para todos los looks) y puntera de charol. Que Lagerfeld abriera el desfile con el color mandarina obedece a haber hecho caso a una propuesta. Esa, que cada temporada pone encima de la mesa Pantone para que destaque una colorimetría determinada. En este caso, hablamos del tangerine 15-1247. Uno de los recomendados para esta primavera-verano 2015. Como complemento al traje dos piezas, una pamela de tul negro y rafia. Quizá, para evocar a esa mujer adscrita a la green life, que recoge lo que siembra y come lo que cultiva.


Mandarina sobre la doble de Carla Bruni 


Los 72 looks del desfile fueron recibidos con el mismo (gran) interés que llevan despertando las colecciones de Chanel desde, prácticamente, sus orígenes. Pero excepto 15 salidas, el resto de los modelos vuelven a presentarse como reinterpretaciones del icónico dos piezas de tweed. El desfile que comenzó con delirios de exotismo minimalista terminó siendo un envoltorio de aparente obviedad.

Lagerfeld, combatió el clasicismo del traje de chaqueta y falda jugando con los largos de la primera. Acortó las mangas y el largo del tronco. Quizá, para aprovechar la  vuelta del cropped top. Esa prenda que ha girado el escote hacia el ombligo para que se vea el abdomen. Una tendencia rescatada de los noventa por tener una esencia tremendamente juvenil. 


La religión del ombligo al aire también ha contagiado a la 'haute couture'. En la imagen, la modelo Anna Ewers.








Los vestidos más impactantes de la colección primavera-verano 2015 son los que olvidan el dress code de día y de cóctel y se sumergen en las fiestas de gala. El largo hasta el suelo sigue siendo una seña de elegancia inequívoca que manifiesta la gran obra de arte que es la alta costura. A más longitud de tela, más espacio que bordar, coser o rellenar con pedrería. Más exhibicionismo necesario. Más disfrute. La labor artesanal de cada una de estas prendas constituye un rompecabezas a caballo entre las matemáticas y la música. Porque se necesita cálculo y armonía para materializar piezas tan sublimes como las elaboradas con paillettes.



El traje de novia, un clásico para cerrar los desfiles de Chanel


El pragmatismo de la maison francesa para acercarse cada vez más a la juventud infinita reinterpretando sus piezas clásicas, es admirable; aunque ya no sorprende. Fíjense en esta coincidencia. El lifting textil que ha sufrido Chanel comenzó a ser más acentuado en el 2000. Año en que Karl Lagerfeld decidió ponerse en manos del nutricionista Jean ClaudeHoudret para perder más de 40 kilos. El káiser, quería entrar en los trajes que Hedi Slimane estaba confeccionando para Dior Homme y decidió volver a su talla de treintañero haciendo dieta estricta (pero gourmet). Por eso, si para él se terminaron los abanicos y la opulencia corporal, de alguna manera, también tenía que rejuvenecer a sus creaciones. Por eso, las musas de Chanel cada vez son más jóvenes o más delgadas o más cool; o las tres cosas a la vez. Una fórmula, que lava la cara. Pero que, desgraciadamente, no sanea los cimientos.



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