- La casa francesa hace guiños a la moda adolescente y se olvida de sorprender en su nueva colección de alta costura
El desfile de Chanel –durante
la segunda jornada de la semana de la alta costura de París- ha resultado
juvenil, aburrido y floreado. La casa francesa, capitaneada por Karl Lagerfeld,
ha ofrecido una colección con guiños al la moda adolescente pero se ha olvidado
de sorprender. El desfile, que tuvo
lugar en el Grand Palais de París, se ambientó como si fuera un jardín botánico
de papel blanco.
La papiroflexia, en todo su
esplendor, cobró vida tras el riego que un joven campesino se
encargó de hacer. Cuando el joven terminó, el jardín comenzó a
moverse al ritmo de la música; brotaron colores de las flores y los árboles que salpicaron la escenografía. La primavera había llegado y el
desfile dio comienzo.
El primer look que salió a la
pasarela fue un conjunto de minifalda y chaqueta sin botones, de manga
acampanada. Completaban el modelo unas botas skinny de media caña, ante negro, tacón bajo (comunes para
todos los looks) y puntera de charol. Que Lagerfeld abriera
el desfile con el color mandarina obedece a haber hecho caso a una propuesta. Esa, que cada temporada pone encima de la mesa Pantone para que destaque una colorimetría determinada.
En este caso, hablamos del tangerine 15-1247.
Uno de los recomendados para esta primavera-verano 2015. Como complemento al
traje dos piezas, una pamela de tul negro y rafia. Quizá, para evocar a esa
mujer adscrita a la green life, que recoge
lo que siembra y come lo que cultiva.
Mandarina sobre la doble de Carla Bruni
Los 72 looks del desfile fueron
recibidos con el mismo (gran) interés que llevan despertando las colecciones de
Chanel desde, prácticamente, sus orígenes. Pero excepto 15 salidas, el resto de
los modelos vuelven a presentarse como reinterpretaciones del icónico dos
piezas de tweed. El desfile que
comenzó con delirios de exotismo minimalista terminó siendo un envoltorio de aparente
obviedad.
Lagerfeld, combatió el clasicismo
del traje de chaqueta y falda jugando con los largos de la primera. Acortó las
mangas y el largo del tronco. Quizá, para
aprovechar la vuelta del cropped top.
Esa prenda que ha girado el escote hacia el ombligo para que se vea el abdomen. Una tendencia rescatada de los noventa por tener una esencia tremendamente juvenil.
La religión del ombligo al aire también ha contagiado a la 'haute couture'. En la imagen, la modelo Anna Ewers.
Los vestidos más impactantes de
la colección primavera-verano 2015 son los que olvidan el dress code de día y de cóctel y se sumergen en las fiestas de
gala. El largo hasta el suelo sigue siendo una seña de elegancia inequívoca que
manifiesta la gran obra de arte que es la alta costura. A más longitud de tela,
más espacio que bordar, coser o rellenar con pedrería. Más exhibicionismo
necesario. Más disfrute. La labor artesanal de cada una de estas prendas constituye
un rompecabezas a caballo entre las matemáticas y la música. Porque se necesita
cálculo y armonía para materializar piezas tan sublimes como las elaboradas con
paillettes.
El pragmatismo de la maison francesa para acercarse cada vez
más a la juventud infinita reinterpretando sus piezas clásicas, es admirable;
aunque ya no sorprende. Fíjense en esta coincidencia. El lifting textil que ha sufrido Chanel comenzó a ser más acentuado en el 2000. Año en que Karl Lagerfeld decidió ponerse en manos del nutricionista Jean ClaudeHoudret para perder más de 40 kilos. El káiser, quería entrar en los trajes que
Hedi Slimane estaba confeccionando para Dior Homme y decidió volver a su talla
de treintañero haciendo dieta estricta (pero gourmet). Por eso, si para él se terminaron los abanicos y la
opulencia corporal, de alguna manera, también tenía que rejuvenecer a sus
creaciones. Por eso, las musas de Chanel cada vez son más jóvenes o más
delgadas o más cool; o las tres cosas
a la vez. Una fórmula, que lava la cara. Pero que, desgraciadamente, no sanea
los cimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario